Horaciones




Tu dulce imagen
Tu sabes bien que desde mi tierna infancia
tu dulce Imagen ha logrado fascinar mi corazón.
En tu mirada yo leía tu ternura
y junto a ti yo encontraba la dicha.
Virgen, María, a la celeste ribera,
después del destierro, iré a verte para siempre.
Mientras tanto, aquí abajo,
tu dulce imagen es mi Perpetuo Socorro.

Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia


Mi Madre del Perpetuo Socorro
Mi buena Madre, Madre del Perpetuo Socorro:
Tú, a quien me he confiado y consagrado
hace ya algunos años,
y que tan bien me has socorrido
y tan fiel me has guardado y conducido,
mi buena Madre, estréchame junto a ti.
Yo me pongo en tus manos como un pequeño.
Me abandono a ti como un niño en mantillas.
¡Guárdame, guarda mi corazón!
Haz que en esta noche, en este día y siempre
yo y todos los que Jesús quiere ver junto a sí,
podamos compartir sin cesar tu amor,
tu mirada, tu adoración de nuestro Señor.

Beato Carlos de Foucauld


Ven, en nuestro Socorro
Signo grandioso de nuestra esperanza, te invocamos.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, Madre Santa del Redentor,
socorre a tu pueblo, que anhela resurgir.
Da a todos el gozo de trabajar por la construcción del Reino
en consciente y activa solidaridad con los más pobres,
anunciando de modo nuevo y valiente el Evangelio de tu Hijo.
Él es fundamento y cima de toda convivencia humana,
que aspira a una paz verdadera, estable y justa.
Como el Niño Jesús,
que admiramos en este venerado Icono,
también nosotros queremos estrechar tu mano derecha.
A ti no te falta poder ni bondad para socorrernos,
en las más diversas necesidades y circunstancias de la vida.
¡La hora actual es tu hora!
Ven, pues, en ayuda nuestra y sé para todos socorro,
refugio y esperanza. Amén".
Papa Juan Pablo II


O
Santísima Virgen María que para inspirarnos una confianza sin límites .Has querido tomar el dulcísimo nombre de Madre del perpetuo Socorro .Te suplico me socorras en todo tiempo y lugar, en

mis tentaciones , después de mis caídas , en mis dificultades , en todas las miserias de la vida y sobretodo en el trance de la muerte . Concédeme , oh amorosa Madre el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a ti , porque estoy cierto que si soy fiel en invocarte tú serás fiel en socorrerme . Otórgame esta gracia de las gracias , la gracia de suplicarte sin cesar con la confianza de un hijo , a fin de que por la virtud de esta súplica constante obtenga tu perpetuo socorro y la perseverancia final . Bendíceme , oh tierna y amorosa Madre , ruega por mí , ahora y en la hora de mi muerte . Así sea . 5 Ave Marías y 1 Padre Nuestro